
(Hace unas semanas, Joaquín Pedruelo tuvo el detalle de mandarme un ejemplar de su tesis doctoral «Envejecimiento, dependencia e instrumentos de seguro colectivo» para que la leyera y le diera mi opinión. Así lo hice y tengo que afirmar que nos encontramos ante un trabajo riguroso, muy bien documentado, escrito con una claridad y corrección magnífica y que aborda propuestas prácticas de lo que podría ser un plan de acción para aquellas compañías que quieren implicarse en esta nueva vía de actividad aseguradora en España. Es un trabajo que analiza de manera prolija el seguro de dependencia en los Estados Unidos y Francia al tiempo que reflexiona sobre la problemática española que no deja de estar más bien en punto muerto. No parece que haya ninguna voluntad en el seguro privado de volcarse en ello, quizás ante bastantes indefiniciones del marco aplicable. Joaquín Pedruelo, inicia con el post siguiente, sobre la dependencia y seguro, su colaboración en el blog haciendo votos de que continúe mucho tiempo. Seguro que los lectores del blog lo valorarán positivamente)
Escribe: Joaquín Pedruelo, Director de Mercado Asegurador de Aon.
LA COBERTURA DEL RIESGO DE DEPENDENCIA EN PERSONAS MAYORES
El fenómeno del envejecimiento no es nuevo, sí lo es en cambio la magnitud del mismo; además de caracterizarse por ser un fenómeno generalizado e irreversible en todas las sociedades, evoluciona indefectiblemente a una tasa creciente en todas ellas Las proyecciones de Naciones Unidas apuntan a que mientras la población mundial crecerá entre 2005 y 2050 un 40,30%, la población de más de 65 años casi se multiplicará por tres en ese mismo período; en esa misma línea, el grupo de población de más de 80 años pasará de representar el 1,1% en el año 2000 a un 4,4% en las proyecciones que Naciones Unidas realiza al año 2050.
La construcción del Estado de Bienestar en los países desarrollados comenzó a producirse en el ámbito de una sociedad todavía joven cuyas preocupaciones estaban relacionadas con la construcción de los sistemas educativo y sanitario. No es sino a partir de principios de la década de los setenta cuando los gobiernos comenzaron a preocuparse por las pensiones. Desde entonces éste ha sido el elemento fundamental del debate político en lo que se refiere a las personas mayores, y su importancia en términos de flujo de recursos públicos ha sido de tal magnitud, que ha impedido la entrada en la escena pública de ningún otro concepto de gasto social relacionado con los mayores.
En la década de los noventa comenzaron a producirse una serie de cambios sociológicos de primera magnitud que han ido contribuyendo a que la sociedad vaya tomando conciencia de la enorme importancia que tienen los cuidados a las personas mayores: la aparición de nuevos hogares monoparentales y de parejas de hecho; el desdibujamiento de la institución familiar; el retraso en la edad de matrimonio; la creciente movilidad geográfica derivada de causas laborales; el retraso en la edad de independencia de los hijos; o la disminución en el tamaño medio de las viviendas. Todos ellos son factores importantes pero, sin duda, el que provoca un mayor impacto en la atención que se dispensa a la población mayor, es el cambio del rol de la mujer y su creciente incorporación al mercado laboral.
La prestación social a las personas mayores responde en la mayoría de los países al modelo “universal” en el que la atención se entiende como un derecho subjetivo, innato al ciudadano por el mero hecho de serlo. En este modelo, los cuidados de larga duración se entienden como el cuarto pilar del Estado de Bienestar tras la educación, la sanidad y las pensiones.
En España existía hasta la entrada en vigor de la Ley 39/2006 de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a personas en situación de dependencia una concepción asistencialista, de manera que el apoyo de la Administración había estado basado en la prueba de medios del individuo beneficiario del servicio. La Ley supone la implantación de un modelo integral y universal de atención a la dependencia, que sustituye a las diversas respuestas parciales que hasta entonces venían ofreciéndose desde el ámbito de prestaciones de Seguridad Social.
Esta iniciativa pública ayudará a que el público en general tome conciencia de la necesidad de dedicar parte de sus ahorros a cubrir este riesgo. Sin embargo, parece claro que la cobertura exclusivamente pública de la dependencia es inviable, debido a la enorme cantidad de recursos económicos que requiere, y que no tiene que ver tanto con que el modelo de atención universal sea muy costoso, o que la población esté envejeciendo, como que la población que demanda cuidados de larga duración crece a un ritmo mucho más elevado que los recursos que la sociedad es capaz de aportar.
La búsqueda de financiación que garantice la sostenibilidad del sistema a largo plazo es probablemente el elemento más importante a resolver, por eso es necesario disponer de todas las fuentes de financiación posibles, públicas y privadas. La introducción de soluciones aseguradoras privadas responde, por tanto, a la necesidad de paliar la necesidad de financiación desde un punto de vista de complementariedad con la provisión pública y con el auto seguro, representado este último en el apoyo que presta la familia.
Llegados a este punto, se me ocurren varias cuestiones que pueden alimentar el debate que en las últimas semanas ha aparecido en la opinión pública en relación con las pensiones, el aumento de la edad de jubilación, el fenómeno del envejecimiento y la atención a las situaciones de dependencia:
- ¿Existe voluntad política real por parte de la Administración Central y las CC.AA. de contribuir con la financiación tan importante que requiere una adecuada implantación de la Ley de Dependencia?
- ¿El público en general, tiene conciencia de que el envejecimiento demográfico es un problema real?
- ¿Se dan las condiciones de fiscalidad necesarias para un desarrollo potente de los seguros privados de dependencia? ¿Es realmente necesario un favorable tratamiento fiscal para que el seguro privado de dependencia experimente crecimientos importantes?
- ¿Qué condiciones deberían darse para que la negociación colectiva incluyera la cobertura del riesgo de dependencia (con independencia de que se haga a través de planes de pensiones o productos de seguro) en el diálogo social entre empresarios y sindicatos?
Gracias por tu comentario, Mª José, como siempre muy acertado.
La experiencia en EE. UU. y en Francia, demuestra que son necesarios grandes volúmenes de primas para garantizar unas condiciones económicas competitivas, que por otra parte es uno de los principales factores de atracción de nuevos compradores. El desarrollo a través de seguros individuales conduce a crecimientos demasiado pequeños para las necesidades de primas que se acaban de mencionar, y la experiencia de estos países indica que termina evolucionando hacia productos de contratación colectiva, que son los que permiten aumentar el volumen de primas de seguro a una velocidad mucho mayor.
Ojala los agentes sociales introduzcan la cobertura de la dependencia en sus demandas de beneficios sociales cuanto antes, para que no se produzca lo mismo que con las pensiones (según la memoria 2008 de la DGSFP las aportaciones realizadas a planes de sistema individual disminuyeron un 17,5% frente a un incremento del 3% en las aportaciones realizadas por los promotores a planes de pensiones de Empleo). Y aunque esto ocurra, además debe existir una amplia e intensa tarea de divulgación y comunicación dirigida a la ciudadanía y, suscribiendo las palabras de Carlos, una apuesta decidida por parte de las Aseguradoras.
Joaquín, enhorabuena por la iniciativa.
La experiencia de otros productos de previsión social muestran que la contratación colectiva supone un salto cuantitativo muy importante en su desarrollo. Parece lógico pensar que esa misma situación es la que puede ocurrir con los seguros de Dependencia. ¿Qué opinión tienen los expertos en dependencia?
El comentario de Joaquín evidencia una vez más la necesidad de que, además de la voluntad de los políticos, es necesario que exista un motor de cambio en la propia sociedad civil y ésta necesita información, conocimiento de la situación. Desde mi punto de vista los medios de comunicación pueden hacer una gran labor. Pero sería bueno contar con las Compañías de seguros y estructuras asistenciales que se supone conocen el asunto para conseguir que se tome conciencia de la necesidad y se vaya configurando una demanda con criterios realistas. A mí no me valen algunos comentarios de algún importante asegurador que me decía que «la dependencia es un riesgo que no interesa a las compañías de seguros por la incertidumbre de los resultados». Una vez estamos ante el dilema del asegurador, «aseguro sólo lo que es rentable con visión a corto plazo o aplico las técnicas aseguradoras para encontrar la suficiencia de prima en el largo plazo, logrando consolidar una masa suficiente de asegurados. Probablemente este ejercicio es más difícil y requiere de un marco público de apoyo (fiscal, etc.) pero es lo que de verdad ha hecho que el seguro avance dando solución a la incertidumbre de la desviación siniestral.
Contestando al segundo comentario de Alberto, resulta lógico que en una situación de crisis económica las decisiones de compra vayan dirigidas a cubrir las necesidades más básicas, dejando en un segundo plano otro tipo de gastos como los seguros.
Uniendo este comentario con la segunda de las cuestiones que planteaba al inicio, cabría decir que aun siendo la crisis una preocupación de primera magnitud, no puede despistarnos respecto al verdadero obstáculo, en mi opinión, para el desarrollo de los seguros de dependencia: la falta de conciencia del público en general de tener que ahorrar a largo plazo para cubrir esta contingencia.
Querido Alberto; coincido contigo en que el tema de la dependencia y la atención a las personas mayores vuelve a ser otro de los asuntos que en ocasiones se utiliza como arma arrojadiza por la clase política.
En mi modesta opinión es una lamentable desgracia que esto sea así, ya que creo que el colectivo de personas dependientes se merece una mayor altura de miras por parte de todos para aparcar las diferencias políticas y centrarse en buscar los recursos económicos necesarios que permitan proveer al colectivo de personas dependientes de una asistencia de calidad, justa e igualitaria en todo el territorio nacional, con independencia de la CC.AA. donde la persona dependiente resida.
Estimado Alberto: no tengo el gusto de conocerte pero comparto tus comentarios que inciden en la «llaga» del asunto planteado por nuestro amigo Joaquín. Aparte de lo que pueda contestar Joaquín, él es el experto, quiero señalarte que los comentarios de los lectores son bienvenidos, a favor o en contra de las ideas que expresamos los redactores del blog, por la sencilla razón de que creo firmemente en el diálogo, el intercambio de ideas, en su contraste, en aprender los unos de los otros. Todos los que escribimos y yo, el primero, como promotor, lo hacemos desde nuestra más absoluta independencia de criterio que vamos a mantener a toda costa.
Alberto, una vez más gracias por tu aportación al debate y espero que otros lo continúen.
Ojalá este blog tenga el éxito que merece Joaquín. Aquí va mi humilde contribución al debate:
A la primera pregunta: Me temo que no hay una verdadera voluntad política de contribuir a la implantación de la ley de dependencia, al menos no por el momento; y es que el Estado tiene planteado un problema mucho más urgente, que es alimentar el sistema ( Pensiones, Protección por desempleo, Intereses de la deuda, financiación autonómica, etc). Como todos sabemos los criterios de decisión de nuestros politicos no incorporan variables de oportuniad ni de eficiencia, sino de oportunidad electoral y de ‘víscera’. Sólo así se comprende, a modo de detalle sin importancia, que se debata estos días sobre la conveniencia de contratar traductores en cinco lenguas para el Senado.
A la segunda pregunta: Yo sí creo que el público está preocupado con este tema, pero está mucho más y acuciantemente preocupado con el de llegar a fin de mes o pagar su hipoteca, que en muchas ocasiones se ha sumado a otra precedente de una vivienda que no han podido vender como pensaban en el cambio. Ayer me decía un cliente que cómo iba a pensar en la jubilación, si tenía una deuda viva de 900.000€ con los bancos, siendo autónomo, igual que su mujer y con dos hijos. Lamentablemente, estamos en esa situación centenares de miles de ciudadanos por nuestra mala cabeza, falta de previsión, y la ingenuidad que caracteriza al español que se cree cuanto le dicen sus autoridades económicas, monetarias y políticas.
A la cuarta pregunta, porque la tercera me la salto, yo diría que para que hubiera diálogo social debiera haber dos partes al menos, y no creo que los sindicatos sean una de ellas; más interesados como están en hacer política de partido, y en asegurar sus privilegios. Cabría preguntarnos de la representatividad de patronal y sindicatos en el contexto actual. Y ni que decir tiene que la preocupación primera del presidente de la patronal española está en las antíopodas de la dependencia, por lo menos de la que plantea Joaquín. Dependencia la que él tiene de las decisiones del gobierno con quien se supone debe negociar los intereses de los empresarios españoles.
Buena suerte a Joaquín. Menudo jardín político en que te has metido.
Interesante y de enorme actualidad.
Ojalá que trabajos con la profundidad y rigor del de Joaquín Pedruelo sirvan, a la sociedad en general, al mundo de la previsión social colectiva e individual y al ámbito asegurador, como acicate para interesarse en este tema y, entre todos, busquemos soluciones, aseguradoras o no, y financieras para resolver un problema que en no demasiado tiempo será de una enorme magnitud.
Felicidades Joaquín.
Muy interesante. La dependencia es un claro reto para el mercado asegurador. Me parece una gran idea poder contar en este blog con la opinión de especialistas como Joaquín Pedruelo que han dedicado mucho tiempo al estudio de este mercado desde el rigor científico que supone una tesis doctoral.